jueves, 20 de marzo de 2014

racismo en Chile , nuevas formas de discriminación .

Racismo en Chile, nuevas formas de discriminación.





Hace algunas semanas Antofagasta sorprendió con el llamado a una manifestación contra los migrantes. Si bien finalmente las autoridades locales se desmarcaron de la convocatoria y la concurrencia fue bajísima, cualquiera que haya visitado en el último tiempo esta ciudad puede notar una cierta preocupación por el crecimiento de la población migrante (nacional e internacional), atraídos todos por la bonanza económica que supone el auge y desarrollo de la minería.

De todos los migrantes que llegan a la ciudad, son las personas de origen colombiano las que reciben mayor atención por parte de los medios, y las que lamentablemente se han transformado en el lugar común para la discriminación y estigmatización.

¿Por qué? ¿Es producto de la mayor visibilidad que tienen en los espacios públicos?¿Mayor visibilidad por su color de piel? ¿Es simple xenofobia?

Antofagasta es una ciudad que ha crecido en los últimos años debido a la arremetida de grandes proyectos mineros. El desarrollo de estos proyectos supone un incremento exponencial de los salarios de quienes trabajan en este rubro y un aumento considerable de población que llega seducida por las posibilidades de trabajo y mejores ingresos.

Trabajo disponible, mejores sueldos y más personas, generan un aumento en la demanda por viviendas, la que no alcanza a ser satisfecha pese al elevado número de proyectos inmobiliarios en pleno desarrollo.Tiendas, mall, aumento del parque automotor son externalidades de un crecimiento acelerado que parece haber carecido de una adecuada planificación social y urbana.

Ahora bien, la mayoría de las veces, sino todas, las ciudades no están preparadas para enfrentar el crecimiento poblacional que se produce a partir de un desarrollo acelerado.Antofagasta no es la excepción.

Desde las tradicionales migraciones campo-ciudad en Europa, América Latina e incluso Asia, los problemas de hacinamiento e insalubridad han sido la cara más amarga de los procesos de asentamiento de quienes llegaban a buscar mejores oportunidades a las ciudades.Y también ha sido muy frecuente que sean los afectados quienes terminan por resolver por sus propios medios estos problemas.

Las soluciones clásicas han sido las tomas de terreno, los campamentos y también la reutilización de partes de la ciudad que estaban abandonadas producto de éxodos de la población local.En Antofagasta, sin embargo, no son sólo las clases más empobrecidas las que llegan a la ciudad, sino también sectores profesionales, empresarios e inversionistas.

Ellos también contribuyen a la demanda por vivienda e infraestructura, pero la diferencia es que aquí el mercado opera de manera inmediata, ofreciendo una serie de servicios, viviendas e infraestructura para quienes pueden pagar.Para los sectores populares, e incluyo aquí a los migrantes, las soluciones tendrán que seguir esperando.

En este escenario, no es de extrañar que los migrantes hayan encontrado en el subarriendo y en los campamentos, las únicas posibilidades para resolver el problema habitacional, lo que sin duda los deja en una situación de extrema vulnerabilidad, pues se trata de soluciones altamente precarias, que los ponen en una situación de riesgo constante.Sin embargo, el nivel de intolerancia hacia el extranjero tiene explicaciones más complejas.

Al revisar algunos de los comentarios vertidos por autoridades y candidatos en medios de prensa, van emergiendo ciertos estigmas basados en prejuicios que crecen a una velocidad peligrosa cuando hay ignorancia y desconocimiento de por medio.

Se ha dicho que los inmigrantes incrementan los niveles de violencia e inseguridad; de las mujeres se dijo que rompen matrimonios, traen enfermedades sexuales y un aumento de la prostitución. Un candidato a consejero regional señalaba algo que resume lo anterior: “no soy racista, tengo amigos extranjeros, pero queremos que haya más control en el ingreso. A las buenas personas que se queden, y los malos que no se molesten en venir”.

La idea que hay detrás es que hay buenos y malos migrantes. Buenos son los empresarios e inversionistas extranjeros; también son los migrantes históricos, las colonias; en algunos casos los migrantes bolivianos y peruanos, especialmente aquellos que han “sabido asimilarse” a la cultura local, es decir, aquellos que se notan lo menos posible.

Los malos, en cambio, son asociados a la inseguridad, prostitución, quiebre de familias, portadores de enfermedades casi desaparecidas.A quien se le asignen estos males, a quien se le cargue con esos estigmas, se vuelve un indeseable, y por lo mismo se le quiere lejos, pues constituye una amenaza para un supuesto orden social.En el caso de Antofagasta estas ideas van siendo adosadas a una nacionalidad en particular, y con ello se va construyendo un estereotipo del migrante colombiano.

Es interesante constatar como en otros contextos (nacionales e internacionales), estas mismas ideas son adosadas a otras nacionalidades. Así en Santiago son los peruanos; en Argentina, los bolivianos; en República Dominicana, los haitianos; en Italia, los norafricanos, en Alemania, los turcos.

En todos estos lugares, se repiten las mismas ideas: nos invaden, traen enfermedades, tienen costumbres raras, no quieren integrarse.

En todos los lugares, las sociedades encuentran un grupo de extranjeros, de alguna nacionalidad o etnia en particular, para asignarle la condición de paria y concentrar ahí todas las formas de discriminación, segregación y exclusión posibles. Lo ocurrido hace pocas semanas en Lampedusa refleja la frontera que se ha instalado en Europa para evitar a toda costa el ingreso de sus propios indeseables.

Para considerar que ciertos extranjeros son una amenaza a la tranquilidad, y la “normalidad”, es necesario asignarles un lugar extremo, fuera de los límites de lo permitido (prostitutas, narcotraficantes, violentos, de una sexualidad descontrolada, incapaces de respetar las normas del lugar donde llegan – incapaces, en el fondo, de ser parte del nosotros).

El elemento que permite cerrar este discurso, y que a nosotros nos permite hablar de racismo, es cuando esas construcciones discursivas, esas formas de ser del otro, se naturalizan, “es que ellos son así”, es decir, al igual que el color de piel, no pueden desprenderse de aquello que los sitúa como indeseables, pues encarnan esa condición.Cuando ello ocurre, estamos frente a la construcción racializada del migrante, y pienso que en Antofagasta es lo que ha venido sucediendo en el último tiempo.

El problema se vuelve más complejo, pues funciona como profecía auto cumplida. La exclusión social de la que es objeto el migrante, finalmente termina por construir exclusión.Las mayores dificultades para obtener mejores trabajos, las mayores dificultades para conseguir arriendos, la serie de problemas administrativos que encuentran para poder regularizar los papeles, y la situación de irregularidad que afecta a un número importante de personas, los catapultan a una marginalidad aún más severa que la pobreza.


Es responsabilidad de todos y todas mantener una posición crítica, de denuncia, de reflexión en torno a estos procesos, pues lo más grave del racismo es que niega el principio de igualdad, fundamento de las sociedades
 modernas.




martes, 12 de noviembre de 2013

movimientos sociales en Chile .

                          Movimientos sociales en Chile



La expresión, quizás, no es muy formal, pero denota el sentimiento de incertidumbre que ronda entre los chilenos ante lo que depara el año, porque en 2011 nadie previó el estallido social que desde mayo hasta diciembre se tomó las calles. Hoy, muchos se preguntan por las sorpresas que podría traer este 2012. Con esta misma duda acudimos a cuatro profesionales relacionados con el mundo académico quienes -desde sus respectivas disciplinas- dieron respuesta a nuestras inquietudes y nos entregaron pautas para entender las complejidades de esta nueva sociedad.

Chile está cambiando. Y lo está haciendo a la velocidad del rayo. Nadie se atreve a anticipar cómo viene la mano este 2012, pues lo único claro es que el país se ha vuelto una máquina generadora de sorpresas, como sucedió con las manifestaciones ciudadanas en Aysén -por demandas históricas de la zona- que ni siquiera fueron previstas por las autoridades regionales.
Algo similar a lo que ocurrió en 2011 en esta misma fecha -y a un año del 27/F-, cuando la mayor preocupación en La Moneda era poner de pie al país en el menor tiempo posible. Sabían que estaban “al debe” en los plazos comprometidos, y las encuestas -que ya mostraban alzas en el rechazo a la gestión del Presidente- les advertían del descontento ciudadano que, en ese momento, se leía como una reacción a las promesas incumplidas en el tema de la reconstrucción.
Ni en la coalición gobernante ni en la oposición previeron lo que sucedería con los estudiantes. Y menos avizoraron el despertar de un movimiento de la sociedad civil que a partir de las demandas de los secundarios y de los universitarios se tomó las calles para pedir el fin al lucro, pero también para protestar en contra del sistema político, del modelo económico y de la desigualdad que tan notoria se hace, justamente, en el tema del acceso a una educación de calidad para todos.
Mientras la “Primavera Árabe” acababa con décadas de regímenes autoritarios en el Oriente; los indignados en España exigían un cambio social, económico y político, y los Ocuppy Wall Street desplegaban sus campamentos en el epicentro financiero de Nueva York, en Chile, el reclamo y la conciencia social se hacía oír a través de un movimiento que el docente del Departamento de Historia de la Universidad de Concepción, Víctor Hugo García Valenzuela, califica como sin precedentes en el país. “La mayoría de los movimientos sociales en Chile se enrielaron a través de los partidos políticos, pero el que emergió el año pasado iba por fuera y veía a aquellos como los responsables de lo que estaba ocurriendo. Era un movimiento verdaderamente ciudadano que dio cuenta de un malestar que hay que leer muy bien”, enfatiza.

Esa fue la dificultad que tuvo el Gobierno y los partidos políticos en general que, vanamente, intentaban empatizar con esta nueva generación opinante, participativa y empoderada que, desde un punto de vista socioeconómico forman parte, también, del perfil de los emergentes grupos de consumo quienes hacen extensivas sus exigencias –tal como aprendieron del sistema de mercado- a las instituciones estatales. De “un ciudadano-consumidor más exigente y maduro en muchos ámbitos” habla la publicista y directora de Planificación de McCann Erickson, Maribel  Vidal Giménez, al analizar los alcances del estudio sobre Privacidad que McCann WG realizó en varios países del mundo, incluido Chile, y que, en parte, refleja a esta nueva generación, la misma que, desde una óptica política, como describe el sociólogo y docente de la UdeC, Guillermo Henríquez Aste, “se crió en democracia y no tiene el temor a opinar como sí lo tuvieron sus padres; una juventud que tiene voz y que está dispuesta a manifestarse -apoyándose en las redes sociales- mucho más allá del voto para recuperar los derechos ciudadanos perdidos”.
Los jóvenes de hoy no son los del 60 ni del 70, precisa en su análisis el historiador Víctor Hugo García. “Son jóvenes que el país ha educado. Que están empoderados porque el país los empoderó. Sus padres les dijeron: te vamos a educar para que seas más que nosotros, y ellos se sienten el futuro y, por lo tanto, exigen ser escuchados”. En esta misma lógica -agrega- hallamos a padres endeudados por entrar a ese sistema exitoso, para tener un cierto estatus, pero cuando ese joven necesita acceder a la educación se da cuenta que es muy cara, y que egresará de la Universidad endeudado. “Y es ahí donde el asunto estalla y hace eclosión, porque esta realidad al joven no le cuadra con la expectativa que tenía proyectada”, dice.

Y aunque el verano -salvo por incidentes aislados en Santiago y el movimiento de Aysén- había dado un respiro al clamor en las calles, que llegó a tener 180 mil manifestantes sólo en Santiago, muchos se preguntan qué depara marzo. Los universitarios ya anunciaron que armarán una plataforma junto a otros movimientos sociales, siempre al margen de los partidos políticos, a los cuales no aceptan como interlocutores.
Se habla de más paros y tomas de colegios y de universidades; de competencias por los liderazgos que podrían “desinflar” el movimiento; del temor por la violencia en las calles y de las sorpresas que darian los 4,7 millones de electores que ingresaron al padrón electoral tras la aprobación de la inscripción automática y el voto voluntario.

¿Hacia dónde nos llevará este despertar ciudadano y en qué tipo de sociedad nos convertiremos? Un sociólogo, un historiador, una profesora de Filosofía y una publicista -todos vinculados al mundo de la academia- nos ayudaron a desentrañar con sus respuestas las complejidades de seis interrogantes, y a entender de mejor forma también al nuevo Chile.
 ¿Mantendrá la misma fuerza de 2011?

El movimiento estudiantil “no va a tener la misma fuerza que el año pasado”, dispara Víctor Hugo García. Y la razón: “el liderazgo no será el mismo. Coincido con algunos analistas que señalan que el peor error que se cometió (para el futuro del movimiento) fue no haber reelecto a Camila Vallejos. Los actuales líderes no aglutinan como sí lo hacían la ex presidenta de la Fech; Giorgo Jackson o Camilo Ballesteros. Muchos momentos históricos no tuvieron la misma envergadura que otros por la ausencia de líderes carismáticos. El movimiento estudiantil en 2011 sí los tuvo, y fueron líderes muy hábiles que supieron reflejar el sentir ciudadano. Cuando ellos hablaban de las deudas, de lo cara que es la educación, estaban reflejando algo que el adulto vivió o lo está experimentando con sus hijos. Pero al abrir el movimiento a otros carriles, como ya se ha dicho, generará competencia sobre quién llevará la batuta. No será fácil poner de acuerdo plataformas educacionales con las del sector público, porque históricamente los liderazgos de los gremios son tradicionales, excluyentes y autorreferentes”, explica.

Y aunque el “bichito” de la participación se incubó en la sociedad chilena, todavía, dicen nuestros entrevistados, falta “algo” para que este movimiento se mantenga en el tiempo. Algo como una utopía, una idea fuerza convocante y que aglutine voluntades, afirma la profesora de Filosofía Felícitas Valenzuela Bousquet o un “relato” como lo denomina el sociólogo Guillermo Henríquez.
“La sociedad ya sabe por qué está en las calles y qué es lo que no le gusta. Lo que está difuso es con qué soñamos y de qué forma se puede concretar esos anhelos. Por ahora, esta nueva conciencia ciudadana no podría dar forma a un movimiento total, lo que no significa que vaya al fracaso, sino que seguirá evolucionando hasta que participativamente surja una utopía político-social, al estilo I have a dream. Esa fue una utopía que- a partir del discurso de Martín Luther King- los negros levantan como algo posible. Eso se echa de menos en este gran movimiento chileno que engloba a mucha gente que quizás está pensando en anhelos distintos”, explica la profesora Valenzuela.
Las elecciones municipales de octubre próximo también influirían en el curso del movimiento, según Guillermo Henríquez. “Surgirán con fuerza las demandas locales que podrían llevar a nuevos grupos a las calles, pero no necesariamente para hacer causa común con la gran movilización nacional”.

 ¿Seremos mejores ciudadanos?

El despertar del movimiento de los estudiantes y de los “indignados” locales muestra que la sociedad civil comienza a organizarse para actuar. Pero la pregunta que cabe hacer es si un movimiento social como éste nos trasformará automáticamente en mejores ciudadanos.
En los países desarrollados, explica la Directora de Planificación Estratégica de McCann Erickson, Maribel Vidal Giménez, los ciudadanos se manifiestan en muchos ámbitos, y de este modo la sociedad es más equilibrada, ya que es sano que exista la voz de las personas independientemente de los intereses y deberes del Estado y de las empresas. “Cuando eso ocurre las sociedades se desarrollan de forma más justa”, opina.
Guillermo Henríquez coincide con esta apreciación, pero advierte que “esto no quiere decir que 2012 vaya a ser el año de la gran ciudadanía, esos son procesos relativamente más largos”, aclara.
Un indicio de cómo irá esta tendencia lo dará el comportamiento en las próximas “municipales”, tras la inscripción automática y el voto voluntario. “Veremos cómo será la respuesta en las urnas, que es lo que tradicionalmente conocemos como participación ciudadana. ¿Sube?, ¿se mantiene? o ¿aumentarán los votos nulos como forma de protesta? La respuesta, cualquiera sea, entregará nociones de si estamos evolucionando realmente hacia una sociedad consciente de sus derechos pero también de sus obligaciones”, manifiesta.
Víctor Hugo García asevera que un ciudadano “con todas su letras” se forma en una cultura participativa con responsabilidad que debe partir en el hogar y seguir en la escuela y en la Universidad. “Una de mis preocupaciones al estudiar el Chile contemporáneo es que no estaba la formación ciudadana. Y no me refiero a la educación cívica tradicional, sino a que se practique la democracia en los colegios, a que se respete a los niños, que se enseñe a escuchar, a que no haya burlas por la opinión distinta del otro y a no tolerar que una minoría avasalle a una mayoría. No basta con tener alfabetización o acceso a internet. Hay familias que son muy autoritarias, entonces ¿cómo les vas a pedir a esas personas que sean tolerantes?”, sentencia.

 ¿Permitirá avanzar hacia una democracia plena?

La democracia chilena no asegura participación, reclaman en las calles. Y por eso piden el cambio del binominal, el sistema que, según sus detractores, tiene secuestrada la voluntad ciudadana, porque en la práctica legitima que una elite política administre el país. ¿Qué validez tiene aquello para una sana convivencia?
“Este tipo de democracia que tenemos ya no satisface a los chilenos”, dice Felícitas Valenzuela. Y como consecuencia de este sistema -añade- mucha gente se ha desengañado de la cosa política. “Dicen: ¿qué saco de ir a votar si ya tengo más o menos claro quién va a salir electo? Por eso es necesario abrir los canales de participación, porque un país no puede salir adelante si no tiene grupos políticos organizados. Si no son los que actualmente existen, podrán ser otros pero con cierta estructura y no sólo movimientos que un día pueden estar apoyando a blancos y al otro día a negros”, enfatiza.
Todos nuestros entrevistados coinciden en que existe una crisis de representatividad de la clase política, que la gente no cree en ella y le reprocha no hacer las reformas que permitirían oxigenar el sistema. La capacidad de llevar a cabo este cambio- coinciden- será la prueba de fuego del gobierno de Sebastián Piñera. O como más precisamente expone Guillermo Henríquez: “Es necesario cambiar el binominal y asegurar a la gente que su voluntad se va a expresar. Si no lo hace, significa que no escuchó lo que le dijeron en todas las manifestaciones de 2011”. Más severo en sus apreciaciones es Víctor Hugo García. “Al Presidente Piñera ya lo golpearon, está vapuleado, pero su responsabilidad histórica es hacer los cambios que más pueda en el ámbito político y pasar a la historia como el mandatario que abrió los canales de oxigenación política. Si no lo entiende, lástima por el país”.
 ¿Podría un movimiento como éste derrocar al gobierno?

La fuerza que alcanzó el movimiento social en 2011 tenía a varios preocupados. Temían que hiciera bambolear la estabilidad del país y los más alarmistas hablaban de que si seguía creciendo, podría llegar a derrocar al gobierno. ¿Tanto así?, es nuestra interrogante. “Es muy improbable, porque el sistema está abierto, es democrático y eso nadie lo puede discutir”, dice Víctor Hugo García. Que no sea plenamente representativo es otro problema, añade. Según el académico del Departamento de Historia de la Universidad de Concepción, en Chile la posibilidad de que un gobierno sea derrocado está muy lejana. A fin de cuentas -explica- el malestar se va a canalizar “y la misma gente pedirá que negocien a través del Parlamento o de otra forma. Los chilenos no dudarían en elegir esta opción en lugar de apoyar un levantamiento en contra de la autoridad”, afirma.
 ¿Por qué todo empezó en 2011?

¿Qué circunstancias hicieron que fuera en 2011 y no otro el año del despertar ciudadano en Chile? Nuestros entrevistados separan las causas en coyunturales y estructurales. “Existía un movimiento estudiantil que no había logrado respuestas a sus peticiones en 2009, pero que durante 2010 se mantuvo quieto por el terremoto. Entonces fue una acumulación de fuerzas que se sabía iba a estallar, aunque debo ser franco en que no imaginé la magnitud de lo que venía”, afirma Víctor Hugo García.
Otra razón coyuntural sería la llegada de un gobierno que muchos dicen creó falsas expectativas, prometió más de lo que podía cumplir y, como destaca el profesor Guillermo Henríquez, no demostró ni la apertura ni la cercanía con la que Michelle Bachelet logró acortar la distancia entre los poderes y la ciudadanía.
Pero detrás de todo esto hay causas profundas, estructurales, que permiten entender el fenómeno. Lo primero fue la interrupción de la participación histórica que el país tuvo hasta 1973 y que no fue reactivada por los gobiernos de la Concertación. “Por el contrario, ellos establecieron una especie de ‘partitocracia’, un cuasi gobierno de los partidos que restringió aún más la participación y, lo que es peor, la voluntad ciudadana”, asegura Víctor Hugo García.
Y a pesar de que la juventud que vivió la dictadura no fue la que estuvo en las calles en 2011, sino probablemente sus hijos o hermanos menores, nuestras fuentes aseguran que esa generación acallada por el Golpe se preocupó de educar para la ciudadanía a sus hijos. Quizás muchos de los indignados locales oyeron a sus padres decir ahora tenemos democracia, las cosas van a ser mejores, podremos participar, pero se encontraron con que nada de eso ocurrió.
A lo anterior se agrega un modelo económico y social que ensalza el éxito, el tener cosas y un estilo de vida en el que buena parte de la sociedad chilena trató de meterse a la fuerza, a costa de un tremendo nivel de endeudamiento. Un mal, dice Felícitas Valenzuela, que están padeciendo muchos hogares chilenos, “y que es en gran medida el culpable de la insatisfacción que tiene la sociedad. Se destaca que el país está muy bien desde el punto de vista macroeconómico, pero con quien uno hable está disconforme y asegura que la plata no le alcanza para nada. Algunos aprisionados sólo por vivir . Otros por el consumo o por la educación de sus hijos”, añade.
 ¿Por qué los jóvenes ciudadanos-consumidores son hoy más exigentes?

Durante toda su trayectoria en McCann-Erikson, Maribel  Vidal se ha dedicado a conocer y a retratar los perfiles de los nuevos grupos de consumo que emergen en el país, conocimiento que es muy útil para entender los cambios que se gestan en la sociedad chilena. En su análisis acerca de los cambios que han operado en los jóvenes empoderados de hoy, protagonista de esta verdadera eclosión social como vimos el año pasado, afirma que los ciudadanos comunes y corrientes, en general, comprendieron que no tenían opciones y decidieron expresarse en la búsqueda de soluciones a sus problemas, el cambio de políticas públicas y del sistema imperante en general.
Una serie de investigaciones al respecto, desde por lo menos una década, “nos venían mostrando a un ciudadano- consumidor que, paulatinamente, se estaba haciendo más exigente y maduro en muchos ámbitos. Personas que en general tienen grandes expectativas de las empresas, sus marcas y productos (para el bienestar personal y familiar), y del mismo modo exigen que estas corporaciones se comporten como buenos ciudadanos corporativos”.
Un ejemplo de este empoderamiento, sostiene, se veía con claridad en temas como las expectativas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que los chilenos tienen de las empresas, y cómo la gente declara estar dispuesto a castigar a una marca si no se comporta correctamente.
Las mismas exigencias de estos ciudadanos-consumidores, se hacen extensivas a las instituciones del Estado, como quedó en evidencia en un estudio sobre Privacidad que McCann WG realizó en varios países del mundo, incluido Chile, y cuyos resultados se conocieron a fines del año pasado. Una de las conclusiones más interesantes es que gobiernos, empresas y políticos sobresalen como las “instituciones” a las que los chilenos les otorgan menos derecho a la privacidad y, por el contrario, les exigen la máxima transparencia. “Eso nos habla de personas educadas e informadas en general, especialmente los más jóvenes, con conciencia de su derecho a opinar y de esperar cambios que sean positivos para ellos”, concluye.




grandes temas sociales en chile.

Grandes temas sociales en Chile


Salud

Además de los “problemas de eficiencia, equidad y de falta de solidaridad existentes” , “en Chile se aprecia una importante inequidad en el financiamiento de la salud entre los sectores público y privado y entre quintiles ricos y pobres de la población” 
“La política que se impulsó a partir de 1981 y se re-impulsó a partir del informe del BM de 1993 planteó, que debía promoverse la competencia entre proveedores de salud públicos y privados, y que ésta competencia debía incrementar los niveles de satisfacción de la población e incrementar la eficiencia. Ello implicaba que con la introducción de la privatización y mecanismos de mercado, allí donde no se pudiera privatizar, se contendrían los costos y se evitaría la baja eficiencia y calidad de los sistemas no competitivos” 

Educación

Una de las reformas de Pinochet fue organizar la educación con criterio mercantil con fines de lucro. Los gobiernos democráticos mantuvieron el esquema, cuyo rechazo dio lugar a masivas manifestaciones, en las que se destacaron la de los estudiantes secundarios, llamados “pingüinos” por el color de sus uniformes.
En este período, “los establecimientos privados se multiplicaron mientras los públicos se desmantelaban. Han absorbido a 9 de cada 10 alumnos adicionales a partir de 1990, y casi la mitad del incremento del presupuesto. Hoy representan la mitad de los alumnos y profesores. La mitad del gasto educacional es desembolsado por las familias. Sin embargo, la mezcla de establecimientos públicos deteriorados y privados con fines de lucro ha resultado de calidad deficiente, onerosa para las familias y escandalosamente segmentada por niveles de ingreso y posición social”.

Trabajo

Dentro del modelo imperante, como señala el título de un estudio, se está “Lejos del trabajo decente: el empleo desprotegido en Chile” [5], pues predomina el trabajo precario, de baja calidad, con sus múltiples efectos negativos sobre la salud laboral, la estabilidad en el empleo, la gran informalidad, los bajos salarios, etc.
Con todo, se está implementando en forma progresiva en diferentes regiones del país una reforma de fondo de la justicia laboral, que agilita, abrevia y simplifica los juicios laborales. Al punto, que El Mercurio, vocero de los grande capitales, muestra gran preocupación, pues “los datos disponibles sobre sus primeros meses de operación …indican que casi el total (alrededor de 97 por ciento) de las causas que le son sometidas se falla a favor de los trabajadores, lo que despierta inquietudes en cuanto a su real ecuanimidad y ausencia de sesgo ideológico” .

Mapuche

Desde que en el siglo XIX se despojó manu militari al pueblo mapuche de sus tierras en la llamada Pacificación de la Araucanía,  esta minoría étnica ha vivido una situación signada por la arbitrariedad, y pese a que en octubre de 2008 se promulgó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, referido a Pueblos Indígenas en países independientes, recientemente se han producido varias muertes de mapuches por la represión.

El pasado 25 de agosto, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, de la ONU, recomendó al Estado de Chile "que tome las medidas necesarias para acelerar el proceso de restitución de las tierras ancestrales a los pueblos indígenas y que establezca un mecanismo específico para reconocer los derechos de los pueblos indígenas sobre tierras y recursos naturales, de acuerdo con la Convención y demás normas internacionales relevantes (a la vez que) exhorta al Estado parte a consultar de manera efectiva a los pueblos indígenas en todos los proyectos relacionados con sus tierras ancestrales y, a que obtenga su consentimiento informado antes de la ejecución de los proyectos de extracción de recursos naturales de conformidad con los estándares internacionales" .

Desigualdad

“En los últimos veinte años, Chile ha tenido un sólido crecimiento económico que se ha manifestado en una duplicación del ingreso per cápita y una notable reducción de la pobreza absoluta. Sin embargo, persiste una inaceptable desigualdad de ingresos y de los niveles y calidad de vida, se deterioró la participación de los trabajadores en el producto, ya que el aumento anual de los salarios reales (2,9%) fue inferior al producto interno bruto (pib) por ocupado (3,3%). Todo ello contribuyó a que en Chile se mantuviera prácticamente inalterada la muy desigual distribución personal del ingreso que lo caracteriza: el ingreso autónomo del 20% más rico de la población supera 13 veces a aquel del 20% más pobre. En estas circunstancias, se considera indispensable introducir el concepto de pobreza relativa, pues esta continúa afectando a casi un tercio de la población. A diferencia del concepto de pobreza absoluta, en el de pobreza relativa se establecen normas sociales y estándares de consumo que varían en la medida en que evoluciona el ingreso medio de las familias…ella se define como el grupo de personas o familias cuyo nivel de ingreso es inferior a 0,6 veces el ingreso medio, constituyéndose en el sector relativamente excluido de la sociedad…Este sector abarcaría un 25,6% de la población, esto es, alrededor de 4,3 millones de personas” .


Fondos de pensiones


La 98 reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, que sesionó en Ginebra, Suiza, del 3 al 19 de junio del 2009 “observa que las discusiones en este caso manifestaron su preocupación acerca de la viabilidad del esquema de pensiones privados establecidos por el Decreto Ley Nº 3.500 de 1980 en condiciones de la crisis financiera y económica en curso, al igual que preocupación con el hecho que por muchos años el Gobierno ha venido ignorando aparentemente las recomendaciones de reformar el esquema sobre la base de los principios establecidos por el Órgano Directivo" .

La resolución fue adoptada en virtud de un reclamo presentado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), cuyas bases eran las siguientes: “La privatización del sistema de pensiones chileno en virtud del decreto-ley núm. 3500, de 1980, en su forma enmendada, se basaba en cuatro premisas esenciales:

1. El dinamismo y estabilidad del mercado laboral permitiría basar las pensiones de toda la fuerza de trabajo exclusivamente en las contribuciones a la seguridad social, sin compromisos adicionales significativos de parte del Estado;

2. la competencia entre las administradoras privadas aseguraría un servicio de bajo costo y más eficiente que la administración estatal;

3. los mercados financieros eran capaces de entregar a largo plazo retornos razonablemente estables y significativos, que permitirían capitalizar las contribuciones a la seguridad social a lo largo de la vida activa en un fondo suficiente para cubrir pensiones decentes y superiores a las que ofrecía el sistema público que vino a reemplazar;

4. la industria privada de seguros tenía la solvencia suficiente como para que al momento de jubilar los afiliados les traspasaran la propiedad de la totalidad de sus ahorros previsionales, a cambio de la promesa de una pensión vitalicia.

Las cuatro premisas resultaron falsas. Las dos primeras habían quedado descartadas completamente y la tercera de modo significativo, ya antes del inicio de la crisis mundial, fenómeno que vino a confirmar la falacia de todas ellas”.

Las cuatro premisas resultaron falsas. Las dos primeras habían quedado descartadas completamente y la tercera de modo significativo, ya antes del inicio de la crisis mundial, fenómeno que vino a confirmar la falacia de todas ellas”. 



alcholismo y drogadiccion en jóvenes , como afectan a las vidas de estos.

 








Lo que los padres e hijos deben saber…

La adicción a las drogas ilícitas, al alcohol e, incluso, a ciertas drogas empleadas en medicina como los tranquilizantes o los analgésicos, y que se conocen como sicoactivas, es uno de los problemas de salud pública más importantes en todo el mundo.
En ella pueden caer desde los niños y los adolescentes hasta los a los adultos, sin distingo de clase social o de nivel educativo. Es más, la comunidad médica ya considera la adicción como un desorden crónico que afecta a las neuronas encargadas de los procesos mentales de pensamiento, raciocinio, voluntad y placer.
El adicto no es voluntariamente adicto; más bien es víctima de un conjunto de circunstancias orgánicas y ambientales que lo conducen a seguir una línea de comportamiento y un estilo de vida que, si bien puede abandonar, le resulta muy difícil.
De hecho, actualmente los índices de adicción a las diferentes sustancias mencionadas son tan alarmantes, que sus repercusiones, amén de afectar la tranquilidad y economía familiares, constituyen un rubro muy alto en el presupuesto, particularmente en lo que se refiere a investigación médica, prevención y rehabilitación de los adictos. Tan sólo en Estados Unidos, por ejemplo, la inversión de los últimos años ha sido de 80 mil millones de dólares anuales.
Es por ello que trabajar en la prevención es una de las tareas más urgentes de la sociedad, comenzando por la familia, que debe estar adecuadamente informada sobre las “opciones” que se encuentran en las calles, en los círculos de amigos, en los colegios y universidades.

Siendo una enfermedad y no simplemente una costumbre o un vicio, la adicción a las sustancias sicoactivas demanda tratamiento especializado y apoyo familiar, pero, sobre todo, voluntad y deseo de superarlo de parte de quien se encuentra enfermo.
El proceso consiste en una terapia dirigida por un equipo que involucra al médico general, psicólogos y psiquiatras, quienes, junto con los familiares que rodean al paciente, le brindan el apoyo que necesita para superar la dependencia a las drogas.
La estrategia escogida y el tiempo que demande su aplicación dependerá de la severidad del problema de cada paciente. Además, aun cuando el adicto logre salir adelante y abandone el consumo de las sustancias adictivas, debe ser consciente de que su enfermedad, si bien ha sido tratada, no podrá ser curada. Haciendo una comparación, la adicción es como la diabetes o la hipertensión, no se curan pero se manejan con ayuda de tratamientos médicos y el autocuidado del paciente.

Tipos de Drogas más conocidas:

Entre las más conocidas encontramos:
  • Alcohol
  • Cafeína
  • Cocaína
  • Crack
  • Inhalantes
  • LSD
  • Marihuana
  • Hachís
  • MDMA o éxtasis
  • Anfetaminas
  • Nicotina
  • Opiáceos (Heroína, Morfina, etc.)
  • Peyote
  • Hongos psilocibes, también conocidos como alucinógenos o mágicos
  • Benzodiacepinas
¿Qué son las drogas?
no dejes destruir tu futuro.
Las drogas es cualquier sustancia que, una vez introducida en el organismo a través de distintas vías (inyectada, fumada o tragada), tiene capacidad para alterar o modificar las funciones corporales, las sensaciones, el estado de ánimo o las percepciones sensoriales (vista, oído, tacto, gusto, olfato). Existen muchas clases de drogas. Algunas son legales como el alcohol, el tabaco o los fármacos; otras son ilegales como el hachís, la cocaína, la heroína, etc. Todas las drogas tienen un denominador común: al ingerirlas (sea cual sea la forma) pasan a la sangre y, a través de ella, al cerebro y a todo el organismo, provocando los diferentes efectos que las caracterizan: excitar, relajar o distorsionar la realidad.2. Riesgos
Todas las drogas afectan a la salud de las personas y su desarrollo personal. Sin embargo, este dato se potencia aún más en el caso de los jóvenes, puesto que cada vez que se recurre a las drogas como muleta para disfrutar de la vida o enfrentarse a sus exigencias, se está limitando la oportunidad de demostrar y desarrollar los recursos y las capacidades propias.
El consumo de drogas induce, por otra parte, a comportamientos “descontrolados” que se llevan a cabo bajo los efectos de las drogas, conductas, en muchos casos, en las que no se miden los riesgos, ni las consecuencias de lo que se está haciendo.
Un riesgo de las drogas (quizá el más importante) es su capacidad de crear dependencia. Todas las drogas presentan esta característica. Aunque se afirma que algunas drogas no generan dependencia física (cannabis, alucinógenos, éxtasis,etc.), éste es un asunto controvertido. En lo que sí hay unanimidad es en la capacidad de las drogas para provocar dependencia psicológica o emocional. Es cierto que la facilidad para que se cree una dependencia física depende de muchos factores, también lo es que no hay ninguna persona tan segura que pueda afirmar que controla plenamente los riesgos de hacerse dependiente.
Además, muchas de las drogas que se encuentran en el mercado ilegal están con frecuencia sometidas a procesos de adulteración. En estos casos, el posible consumidor no sabe qué es lo que está tomando y, por lo tanto, se sitúa ante unos imprevisibles riesgos añadidos.
Todas dañan la salud y, si se toman con frecuencia, algunas pueden provocar daños irreparables, biológicos o psicológicos. Asimismo, se pueden correr riesgos muy serios si se padece algún tipo de patología, como, por ejemplo, cardíaca o hipertensión, que puede que aún no se haya manifestado o no la haya diagnosticado el médico.
Muchas veces las drogas se ingieren mezcladas unas con otras, por ejemplo; porros y alcohol, éxtasis y alcohol, cannabis y cocaína, etc., sometiendo, de esta forma, al sistema nervioso a sacudidas contradictorias o multiplicando los efectos de ambas sustancias. También existen riesgos relacionados con comportamientos que los consumos facilitan o impiden controlar (comportamientos impulsivos).

“Alcoholismo y drogradicción enemigos incubiertos”

Los adolescentes pueden estar comprometidos en varias formas con el alcohol y las drogas legales o ilegales. Es común el experimentar con el alcohol y las drogas durante las adolescencia.
Desgraciadamente, con frecuencia los adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las consecuencias del mañana.
    Ellos tienen la tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros experimentan. El uso del alcohol o del tabaco a una temprana edad aumenta el riesgo del uso de otras drogas más tarde. Algunos adolescentes experimentan un poco y dejan de usarlas o continúan usándolas ocasionalmente sin tener problemas significativos. Otros desarrollarán una dependencia, usarán luego drogas más peligrosas y se causarán daños significativos a ellos mismos y posiblemente a otros.
      La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias razones, incluyendo la curiosidad, para sientirse bien, para reducir el estrés, para sentirse personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es difícil el poder determinar cuáles de los adolescentes van a experimentar y parar ahí, y cuáles van a desarrollar problemas serios. Los adolescentes que corren el riesgo de desarrollar problemas serios con el alcohol y las drogas incluyen aquellos:

* con un historial familiar de abuso de substancias
* que están deprimidos
* que sienten poco amor propio o autoestima
* que sienten que no pertenecen y que están fuera de la corriente.

                                                            Jóvenes a reflexionar...